Etimología

Subasta - En latín hasta (asta) era el sustantivo que servía para denominar toda arma que consistiera en un mástil terminado en una punta metálica, tal como una lanza o una pica.
En Roma, una lanza hincada sobre un inmueble lo identificaba como propiedad del Estado, por lo que, cuando se llevaba a subasta algún bien de un deudor del Fisco, se clavaba una lanza sobre esa propiedad con la orden: sub hasta vendere (vender lo que está marcado por la lanza). De esta expresión surgió en latín el verbo subhastare (vender la propiedad identificada por una lanza), que llegó al español por vía culta en el siglo XVIII como subastar, junto con el sustantivo subasta, que fue incluido por primera vez en el Diccionario de la Academia en 1803 con el significado de “venta pública de bienes ó alhajas que se hace al mejor postor por mandado y con intervención de la Justicia”.

Iconoclasta - Los primeros iconoclastas fueron los miembros de la Iglesia de Oriente en los siglos VIII y IX de nuestra era, quienes se opusieron vehementemente al uso y a la veneración de imágenes religiosas. En algunos casos, los cristianos ortodoxos llegaron a destruir los iconos de sus rivales católicos.
La palabra iconoclasta proviene del bajo latín de esa época; era un cultismo formado por las palabras griegas eikon ‘ícono o icono’ y el verbo klaein ‘romper’, ‘destruir’.
Sin embargo, los iconoclastas acabaron derrotados en la Iglesia de Oriente, cuando el Concilio de Nicea consagró el uso de imágenes, que las autoridades religiosas de esa época consideraron útiles para la instrucción de las grandes masas analfabetas. Por la misma época, las religiones hebrea e islámica se hicieron cada vez más intolerantes en su postura contraria al uso de imágenes, que mantienen hasta hoy.
Nuevos iconoclastas surgieron en el siglo XVI en Inglaterra, cuando las imágenes de los católicos encontraron un nuevo enemigo en los protestantes, que condenaron el uso de aquellos íconos que consideraban ídolos y criticaron su veneración como una costumbre papista.
El carácter icónico de la liturgia católica ejerció enorme influencia sobre las artes plásticas en la Europa medieval, en un tiempo en que la vida de la sociedad giraba en torno de los usos y creencias dictados por Roma.

Jopo - El copete o jopo, que en alguna época estuvo de moda en el peinado masculino, también lleva en español el nombre de hopo, un residuo de cuando la h era pronunciada en castellano en forma aspirada, principalmente en Andalucía. La palabra proviene del franco huppe, que era el nombre que ese pueblo germánico daba a cierta ave que en latín se llamaba upupa y que en el francés actual se llama huppe.
José Zorrilla usó el término jopo en El encapuchado (1855):
En cogiendo él el hisopo, veras, aunque sea un diablazo, cómo al primer hisopazo se va sacudiendo el jopo.
En el Río de la Plata se habla del tiempo del jopo, como una época que parece corresponder a las postrimerías del siglo XIX o a los comienzos del siglo XX, según vemos en la letra del tango Mama, yo quiero un novio (1927), de Roberto Fontaina:
Yo quiero un hombre copero
de los del tiempo del jopo,
que al truco conteste “quiero”
y en toda banca va al copo.

Carisma - Proviene del griego charis ‘favor’, ‘regalo’ y se incorporó al latín eclesiástico como charisma en las primeras traducciones de la Biblia, con el sentido de ‘don especial concedido por Dios’. En las primeras ediciones del Diccionario de la Real Academia, en el siglo XVIII, carisma se define como “don gratuito dado por Dios a alguien”.
Carisma continuó siendo una palabra propia del lenguaje eclesiástico hasta 1922, cuando el sociólogo alemán Max Weber la introdujo en sociología, con el significado de “cualidad por la cual algunas personas se alejan de lo común, de lo ordinario, de lo cotidiano” en su obra Wirtschaft und Gesellschaft (Economía y sociedad).
En las últimas décadas, se ha tendido a darle la denotación de ‘atracción’ o ‘magnetismo’ ejercidos por algún líder, generalmente político.
Estos sentidos se reflejan en las dos acepciones registradas por el Diccionario de la Real Academia:
1) Especial capacidad de algunas personas de atraer o fascinar y 2) Don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad.

Insulina - Esta sustancia, aislada por primera vez en 1921, tomó su nombre del latín insula ‘isla’ porque es segregada por los islotes de Langerhans, zonas aisladas de tejido endocrino situadas en el páncreas. Estos islotes son de cuatro tipos: alfa, beta, delta y células C. Los islotes de células beta, que son los más numerosos, producen la insulina, cuya presencia es fundamental para regular la cantidad de azúcar que circula en la sangre y cuya falta ocasiona la diabetes mellitus.
Los islotes de Langerhans fueron descritos por primera vez en 1869 por el médico alemán Paul Langerhans (1847-1888), quien contaba entonces 22 años.


Exilio - Se trata de una palabra antigua en nuestra lengua, que los corpus del español reseñan en todas las épocas a partir del siglo XIII, cuando aparece en textos de Berceo y de Alfonso el Sabio, o en este trecho de la traducción de la Eneida, de Enrique de Villena, algo posterior, pues fue publicada en 1427:
[…] aprovechándose d’ellas cuanto la nesçesidat requiere, aviéndolas en medianos entre nós e la patria çelestial, donde somos naturales, reputándose bevir en exilio mientra cursa en la presente vida.
Sin embargo, como observa Corominas, este vocablo se usó muy poco hasta el fin de la Guerra Civil Española (1939), cuando se hizo común para designar el destierro masivo de militantes republicanos, principalmente hacia Francia, Rusia y América. Se trata de un derecho amparado por numerosos tratados internacionales con el fin de proteger a los perseguidos por razones políticas o ideológicas. No obstante, en la Antigüedad, cuando por ser extranjero, el desterrado era reducido dondequiera que fuera a la condición de ciudadano de segunda clase, el castigo del exsilium, (entre los griegos, ostrakismós, de donde ostracismo
) era equiparable con la pena capital.
La palabra latina se derivaba del verbo exsilire, que significaba ‘exiliarse’ o, como transitivo, ‘exiliar’ (a alguien). No obstante, el significado original etimológico era ‘saltar hacia fuera’. En efecto, exsilire se formó con el verbo salire ‘saltar’ precedido por el prefijo ex- ‘fuera’.
En la Edad Media, Dante Alighieri describió así la suerte del exiliado:
[...] sentir el sabor amargo, la boca llena del pan de extraños y cuán duro es el camino de subir y bajar por escalera ajena.
Y Shakespeare, por su parte, mencionaba ‘el pan amargo del exilio’.

Pantagruélico - El escritor y religioso francés François Rabelais (1494-1553) fue autor de una novela satírica, también calificada como epopeya cómico-heroica, en la que criticaba con buen humor el estancamiento de la civilización durante el período medieval e, inspirado en los ideales clásicos, enaltecía a la naturaleza. En los dos primeros tomos, el tema humorístico de esta obra se basa en el apetito insaciable de tres gigantes: Pantagruel, su padre Gargantúa y su abuelo Grandgousier. En una de las aventuras de Pantagruel, su compañero Epistemos es decapitado, pero cuando Pantagruel vuelve a ponerle la cabeza en su lugar, el decapitado resucita y cuenta que estuvo en el infierno, donde había encontrado a todos los papas y a todos los héroes de la historia.
A partir del nombre de Pantagruel, se formó en francés el adjetivo pantagruélique, que en el siglo XX entró en nuestra lengua como pantagruélico, aplicado a fiestas y banquetes en los que se come y bebe demasiado.


Fonte: Estos textos ha sido extraídos de los libros La fascinante historia de las palabras y Nuevas fascinante historias de las palabras.

Comentários

Postagens mais visitadas