Lengua Española
El propósito es dar aquí brevemente alguna noticia de la lengua española. La lengua castellana consta de palabras fenicias, griegas, góticas, árabes, y de otras lenguas de los que por dominación ó por comercio habitaron ó frecuentaron estas partes; pero principalmente abunda de palabras latinas enteras ó alteradas. Los Romanos estuvieron en España 600 años por lo menos, aunque no se cuenten sino desde el de 216 a.C en que vinieron la primera vez con ejército, hasta el 416 d.C en que fue la entrada de los Godos; y si esta cuenta se hace hasta el año 623 a.C en que los Romanos acabaron de perder lo que tenían en España, saldrá que estuvieron mas de 800 años.
En este tiempo introdujeron aquí su lengua vulgar que era la latina, como lo hicieron en todas las demás provincias que conquistaron. Con la decadencia del imperio romano y venida de los Godos se fue adulterando la lengua latina ó romana, porque como los vencidos necesitaban acomodarse la lengua de los vencedores, y estos deseaban y procuraban aprender la de los vencidos, contribuyeron unos y otros á estragar la lengua latina.
Los Godos hallaron dificultad en la declinación de los nombres latinos, y la dejaron enteramente, supliendo los casos con preposiciones. En los verbos siguieron en parte las conjugaciones latinas, pero dejaron del todo la voz pasiva, y usaron para suplirla de los participios pasivos con el verbo sustantivo ser.
Esta lengua latina así adulterada se empezó llamar romance por su derivación de la romana ó latina, para distinguirla de la gótica.
Con la irrupción de los árabes el año de 714 padeció también alteración el romance; pero como los españoles empezaron desde luego la sacudir el nuevo yugo, la proporción de las ventajas que iban consiguiendo, iba también la lengua cobrando fuerzas y cultura.
El Rey D. Alonso, el Sabio mandó que cesase el uso de escribir en latín los privilegios, donaciones reales, y escrituras públicas. Entre varias obras que compuso ó hizo componer en romance, merece singular aprecio y elogio la de las leyes de las partidas en la cual ostentó nuestra lengua vulgar toda la riqueza y majestad que había adquirido hasta entonces, y en que llevó grandes ventajas, no solo a las otras obras anteriores y contemporáneas, sino aun á muchas posteriores.
Siguieron su ejemplo Don Juan Manuel hijo del Infante Don Manuel; y el Rey Don Alonso el XI. El primero compuso el libro del Conde Lucanor, el segundo el de Montería: ambos dignamente estimados.
Escribieron se también en romance las Crónicas del Santo Rey Don Fernando: de Don Alonso el Sabio: de Don Sancho el IV; de Don Fernando el IV; y de Don Alonso el XI;
Pedro López de Ayala, ya con estilo más adornado escribió las Crónicas del Rey Don Pedro: de Don Enrique II, y de Don Juan el I. Alvar García de Santa María, y Fernán Pérez de Guzmán compusieron la de Don Juan el II. Juan de Mena la obra de las Trescientas, y la Coronación.
El Bachiller Fernán Gómez de Ciudad Real el Sentón epistolario, que contiene unas admirables cartas sobre los principales sucesos del reinado de Don Juan el II. Don Alonso Tostado Obispo de Ávila publicó varias obras en castellano. Hernando del Pulgar su célebre Crónica de los Reyes Católicos. Y algo más adelante el Doctor Francisco de Villalobos en sus Problemas y otros tratados que compuso en romance, dio a conocer la gracia y primor de que nuestra lengua es capaz.
La publicación de estas y otras obras semejantes, y la particular atención con que se dedicaron á cultivar nuestra lengua muchos escritores insignes que han florecido desde el reinado de los Reyes Católicos, la fueron puliendo y perfeccionando hasta ponerla en el estado en que hoy se halla.
En este tiempo introdujeron aquí su lengua vulgar que era la latina, como lo hicieron en todas las demás provincias que conquistaron. Con la decadencia del imperio romano y venida de los Godos se fue adulterando la lengua latina ó romana, porque como los vencidos necesitaban acomodarse la lengua de los vencedores, y estos deseaban y procuraban aprender la de los vencidos, contribuyeron unos y otros á estragar la lengua latina.
Los Godos hallaron dificultad en la declinación de los nombres latinos, y la dejaron enteramente, supliendo los casos con preposiciones. En los verbos siguieron en parte las conjugaciones latinas, pero dejaron del todo la voz pasiva, y usaron para suplirla de los participios pasivos con el verbo sustantivo ser.
Esta lengua latina así adulterada se empezó llamar romance por su derivación de la romana ó latina, para distinguirla de la gótica.
Con la irrupción de los árabes el año de 714 padeció también alteración el romance; pero como los españoles empezaron desde luego la sacudir el nuevo yugo, la proporción de las ventajas que iban consiguiendo, iba también la lengua cobrando fuerzas y cultura.
El Rey D. Alonso, el Sabio mandó que cesase el uso de escribir en latín los privilegios, donaciones reales, y escrituras públicas. Entre varias obras que compuso ó hizo componer en romance, merece singular aprecio y elogio la de las leyes de las partidas en la cual ostentó nuestra lengua vulgar toda la riqueza y majestad que había adquirido hasta entonces, y en que llevó grandes ventajas, no solo a las otras obras anteriores y contemporáneas, sino aun á muchas posteriores.
Siguieron su ejemplo Don Juan Manuel hijo del Infante Don Manuel; y el Rey Don Alonso el XI. El primero compuso el libro del Conde Lucanor, el segundo el de Montería: ambos dignamente estimados.
Escribieron se también en romance las Crónicas del Santo Rey Don Fernando: de Don Alonso el Sabio: de Don Sancho el IV; de Don Fernando el IV; y de Don Alonso el XI;
Pedro López de Ayala, ya con estilo más adornado escribió las Crónicas del Rey Don Pedro: de Don Enrique II, y de Don Juan el I. Alvar García de Santa María, y Fernán Pérez de Guzmán compusieron la de Don Juan el II. Juan de Mena la obra de las Trescientas, y la Coronación.
El Bachiller Fernán Gómez de Ciudad Real el Sentón epistolario, que contiene unas admirables cartas sobre los principales sucesos del reinado de Don Juan el II. Don Alonso Tostado Obispo de Ávila publicó varias obras en castellano. Hernando del Pulgar su célebre Crónica de los Reyes Católicos. Y algo más adelante el Doctor Francisco de Villalobos en sus Problemas y otros tratados que compuso en romance, dio a conocer la gracia y primor de que nuestra lengua es capaz.
La publicación de estas y otras obras semejantes, y la particular atención con que se dedicaron á cultivar nuestra lengua muchos escritores insignes que han florecido desde el reinado de los Reyes Católicos, la fueron puliendo y perfeccionando hasta ponerla en el estado en que hoy se halla.
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